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POR HUGO SALVATIERRA
El hidrógeno verde está tomando fuerza como una opción para descarbonizar la matriz energética de América Latina. Chile es uno de los líderes, pero también hay otros países con gran potencial, como México, Argentina, Brasil, Perú, Bolivia y Costa Rica.
Este combustible es producido mediante la electrólisis del agua, la cual se logra a través de electricidad proveniente de fuentes renovables como la solar y la eólica. Una de sus ventajas es que no genera gases de efecto invernadero durante la combustión, ni en el proceso de producción.
El hidrógeno verde tiene diferentes usos que podría aprovechar América Latina. Por ejemplo, sirve como combustible para los procesos de refinación, químicos y metalúrgicos. También es utilizado en los motores de vehículos pesados: ferrocarriles, barcos y aviones. Además, tiene las ventajas de que al comprimirlo se puede almacenar en grandes cantidades durante mucho tiempo y de que su ligereza hace más fácil su manejo.
Pero del lado negativo, su costo es mayor, debido a que las fuentes de energía renovables son más caras que las fósiles. De igual modo, hay que mencionar que su producción requiere una mayor cantidad de energía. Pero lo más preocupante es su alta volatilidad e inflamabilidad.
Este año será crucial, debido a que Chile pretende concluir la primera etapa del proyecto Haru Oni, una planta a gran escala que producirá e-combustibles (neutros de Co2) basados en hidrógeno verde. Evidentemente, si el país andino tiene éxito se podría detonar una reacción en cadena en el resto de la región.
*Columna Póker latinoamericano, publicada en AM Querétaro